miércoles, 24 de noviembre de 2010

Safranbolu trip

                Entre otros nos hemos apuntado al curso de fotografía en la facultad. Lo imparte un profesor loco que nos obliga a asistir a las clases teóricas a pesar de que sólo son en turco y no entendemos nada de nada.  Pues nuestro profesor loco nos llevó de excursión al pueblo de Sofranbolu a tomar fotografías de la arquitectura tradicional Otomana.



               De la arquitectura tengo que confesar que no aprendimos gran cosa, a parte de que tienen la costumbre de poner distintos llamadores en la puerta y según tu nivel de jerarquía familiar puedes usar uno u otro, así los habitantes saben quién llama antes de entrar... puede que sea el patriarca familiar, un hijo, un familiar cercano, un vendedor ambulante... cada cual tiene su  propio llamador.
 En Safranbolu se cultiva azafrán, ¿Veis esos filamentos rojitos en medio de las flores moradas? Pues eso es el azafrán, es tan carísimo porque hay que recolectarlo mientras la flor está florecida y a mano. Así que es habitual ver en los campos de azafrán a hombres y mujeres agachados sobres las flores abiertas quitanto los estambres uno a uno... En Safranbolu venden azafrán, bulbos de azafrán, flores y todo lo que quieras, además de calabazas pequeñitas, frutas en conservas e infinita miel. Quiero decir que infinita miel implica muchas abejas, pero van a lo suyo no les importa mucho que vayas a fisgar a su pueblo, así que no les tienes que tener miedo.




                       Sí que fue delicioso pasar un domingo soleado fuera de Ankara, respirar fuera de la nube tóxica, compartir un café cocinado en brasas que hasta al más puro de los italianos le supo bueno, pasear por pueblitos deliciosos, curiosear entre los puestos de verduras callejeros, jugar a frotar la lámpara de Aladín, comentar el sabor que lo que ves, las delicias turcas, las piruletas callejeras, compartir al fin y al cabo...







Pero si hay algo de lo que no me quiero olvidar bajo ningún concepto es del viaje de vuelta... Nuestros compañeros y el profesor loco pasaron todo el camino cantando canciones turcas... eso sí que fue delicioso de verdad...  nosotros empotrados contra nuestros asientos de autobús mirando con la boca abierta sólo podíamos sonreirnos, y nisiquiera hablar por miedo a romper el momento... qué sonidos tan cercanos y tan lejanos... qué bonito fue.

1 comentario:

  1. las fotos son chulisimas, pero porqué tienen la fecha???!!! lo odio!! jajajaja.
    por cierto, lo de los distintos llamadores me parece super práctico.
    besotes amore.

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