martes, 19 de abril de 2011

Aventuras de vida

"Oye tío que esta noche duermo en tu casa, que no se te pire, eh?"

No sé si la aventura de este fin de semana que se ha extendido hasta hoy, miércoles, comenzó el viernes por la noche bebiendo vino mientras mi amigo le vacila a la chica de la barra, al día siguiente cuando cambiamos tres veces seguidas el destino de nuestro viaje en menos de media hora o cuando definitivamente cogimos el tren a Eskisehir, el caso es que ha sido de las míticas.

"Mañana ya salimos de viaje cuando nos despertemos
Dijimos a las seis de la mañana mientras llamabamos al porterillo porque alguien que no era yo (!!!!) se había dejado las llaves dentro.

Ha sido un finde genial, de charlas y silencios cómodos, de reirnos y hacer en cada momento lo que nos apetecía, no es fácil encontrar a gente que realmente ame la vida.
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Acabo de volver de Estambul hace unas horas, qué gran ciudad... he aprendido a conocerla por fin,a ir donde quiero y saber qué me gusta, a pararme en las tiendas vintage y entrar en cada cafetería.

 Ahora que he aprendido a quererla, ahora que realmente he aprendido a querer Turquía, qué necia yo, que creía que antes me gustaba Turquía... ayyyy... yo creo que me estoy enamorando, me voy a ir a vivir vagabunda para poder dormir cada noche en las calles de Istanbul. Para pasear cada mañana por Beyoğlu y tumbada en Beşiktaş ver venir los barcos desde Asia.

Claro que no todos los días llegas a Estambul en barco navegando por el Bósforo... como llegamos Héctor y yo el lunes, no todos los días disfrutas de un conciertazo en la última planta de un edificio con todas las paredes de cristal, no todos los días puedes sentir como una ciudad palpita con vida propia en cada esquina. Estambul está tan viva, no sé como escribirlo sin encerrarla entre palabras. Tienes que sentirlo por ti mismo. Ahora conozco la verdadera Ist, ahora entiendo porque la aman tanto.

Hoy he visto Aya Sophia con ojos nuevos, qué suerte tuve.



martes, 12 de abril de 2011

Grandes momentos de felicidad, por muy lejos que estés.

Entre mi padre y yo se nos pegan los botezos por Skype, y nos sonreimos por esas rajillas que tenemos en lugar de ojos. Si uno de los dos no está escuchando atentamente el otro hace morisquetas hasta que mira la pantalla, y nos hace felices. 4.562 kilómetros no nos impide hacer seguir haciendo el idiota.

A 4.524 km hay alguien que jamás se olvida de darme las buenas noches, un gato que me envía noticias que nos darían para todo un desayuno de comentarios y un amigo con el que compartir canciones en cualquier momento del día.

Si la cifra cambia a 3.358 km puedes poner la cam para lavarte los dientes en compañía, y sentirte la persona más afortunada del mundo.

Esque si lo miramos en kilómetros vivimos en un planeta muy pequeñito. Fíjate que el diámetro de la Tierra sólo tiene doce mil y pico de kilómetros, ¿Qué mundo tan chico verdad? En realidad estamos todos muy cerquita, sólo es cuestion de que nos demos cuenta.

sábado, 9 de abril de 2011

Declaración de intenciones.

Ojalá fuese mentira lo que voy a escribir, pero soy terca como una mula y soñadora como una pusilánime mariposa, me cuesta la misma vida reconocer un fracaso por lo que soy capaz de levantar la tapa del portátil treinta veces seguidas para ver si ha ocurrido un milagro y el desastre se ha disuelto magicamente.

Desaparezca o no la hecatombe sigo, un poco más tonta y  menos prudente, pero igual de ilusa que el día que  por mi cumpleaños me regalaron una Chabel Exploradora y dormí abrazada a todos sus diminutos complementos, sintiéndome yo tan aventurera como mi muñeca.

Así que prepárense querido público, ando maquinando mis propios milagros, ustedes nunca lo sabréis pero ya voy en camino de alguna parte, tengo conmigo toda la paciencia del mundo, me estoy divirtiendo mientras escribo cada minuto en un reloj sin cuerda, y bueno, quizás entre tantas letras encuentre un Danniel con sombrero a lo Indiana Jones que quiera redescubrir el amazonas. Pero si no es así, tampoco me va a importar, yo ya era feliz antes no voy a dejar de serlo después.

Eso sí, no me queda tiempo para cobardías, así que saquen las orejas al sol  y disfruten que nunca más seremos tan jóvenes como en este preciso instante, y no estoy dispuesta a dejar que la vida pase. Si no, ya os sacaré yo de un tirón en la oreja cuando sea necesario ;)

jueves, 7 de abril de 2011

Cntrl+V Jóvenes y Verdes

"La verdad es que nos bastaba el mundo. Se desplegaba ante nosotros como la cola de un pavo real, y cada día nos traía mil cosas diferentes; prometiéndonos, además, otras mil, o diez mil, o cien mil más para el futuro. ¿Qué era el mundo? Era imposible saberlo, pero al menos parecía inmenso, ilimitado tanto en el tiempo como en el espacio. Así nos lo imaginábamos, y por eso eran tan las largas las direcciones de las cartas que escribíamos. Porque no nos bastaba con indicar al cartero, pongamos por caso, el nombre de nuestro primo y la ciudad en que vivía, sino que, por si acaso, dejábamos bien claro en qué provincia se hallaba la ciudad, y en qué nación la provincia, y en qué continente la nación. Luego, al final de toda la lista, escribíamos con letras grandes: Planeta Tierra. No fuera a suceder que el cartero se equivocara de galaxia.

Pasaron inviernos y veranos y, como quienes toman parte en el juego de la oca, nos fuimos alejando de nuestra casillas inicial: avanzando ligeramente, unas veces, saltando de oca en oca; desviándonos, otras veces, de los apisajes iluminados, cayéndo en cárceles o en infiernos. Llegó así el día en el que nos levantamos de la cama y comprobamos en el espejo que ya no tenía nueve años, sino veinte o veinticinco más; que, aun siendo todavía jóvenes, ya no éramos verdes.

Asombrados nos pusimos a repasar afanosamente nuestra existencia ¿Cómo habíamos llegado hasta allí? ¿Cómo nos habíamos alejado tanto? Era cierto que nos sentíamos más cansados que en los tiempos de la escuela primaria; era cierto que las indicaciones geográficas de nuestras cartas ahora eran más escuetas; pero, aparte de eso ¿qué otras cosas habían cambiado?"

B. Atxaga
Obabakoak

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Así, atrapada entre estas palabras, me quedé ayer un buen rato hasta que el pitido de Kizilay y los empujones de quienes no dejan salir antes de entrar me sacó de la nube. Hoy he vuelto al mismo pasaje, la verdad es que quien me hizo llegar este libro ya había marcado a drede este capítulo a sabiendas de que lo disfrutaría, quizás sólo lo marcó porque él lo disfrutó; al fin y al cabo antes perteneció a él que a mí, y solemos disfrutar con las mismas palabras mudas.
Es mi último libro en español, 200 páginas repletas de españolismo, de palabras, paisajes y expresiones tan nuestras que casi cuesta creer que de verdad esté aquí cuando leo y no en alguna ruta errante...

martes, 5 de abril de 2011

¿Volverás?



No es que me emocione, no, esque me cuesta no soltar una carcajada cada vez que escucho esta canción. No voy a escribir nada profundo es sólo que cuando suena quiero saltar de sofá en sofá, disfrazarme y repartir abrazos gratis.

"No te vayas lejos,
lejos es muy lejos para mi..."

viernes, 1 de abril de 2011

La historia que vuelve.

Hoy ha cruzado mi mente un pensamiento que ha movido lo más hondo de mi ser, se me ha puesto el bello de punta y si no hubiese estado en plena calle se me hubiesen saltado las lágrimas.

Alguna vez he escuchado que mi Turkey va patrás, y en realidad yo no puedo comparar, pero los Turcos lo dicen, y aquellos que han vivido en Turquía antes que yo lo dicen cuando vuelven de visita. No hablo de economía, hablo de la sociedad turca. Dicen que hay más mujeres con velo que nunca, que las jóvenes comienzan a llevarlo cuando sus famlias nunca lo han hecho. Es el momento de estar orgulloso de la religión y mostrarlo publicamente, con un velo. Un velo que no viene solo, incluye una indumentaria apática de colores oscuros y miradas reservadas, incluye relevar al género femenino a una posición cuestionable desde mi punto de vista.

Hoy he visto a dos chicas de instituto completamente cubiertas y he imaginado cómo se le dice a una madre o a una abuela que vas a llevar velo, cuando ninguna de ellas lo ha hecho. He imaginado el dolor de generaciones viendo como el esfuerzo progresista se va por el retrete, como los sueños de igualdad se desvanecen en una generación que viene de tu propia sangre.

¿Qué piensa esa abuela? ¿Qué dice? "Hija mía, ¿Cómo puedes hacerte ésto? ¿Cómo puedes hacer ésto después de tanta lucha, de tanto dolor?" ¿Dirán algo así? ¿o se quedarán con el dolor por dentro mientras ven cómo la sociedad que ellas construyeron se acerca al punto del que huyeron...?


He imaginado que yo soy esa abuela y el dolor me taladrado hasta que Ele me ha sacado de la burbuja con "¿Hanitah te encuentras bien? Parece que te estás mareando..."

Persiguiendo el momento

Me gustaría escribir algo positivo o romántico como la música de Manel y Beirut, con notas que te mecen bailando del salón a la cocina, intercambiar sonrisas con mis bichos caseros y besarles en la frente mientras les hago cosquillas.

Me siento realmente bien, pero no tengo ganas de saltar tengo ganas de saborearlo como si estuviese derritiendo una onza de chocolate en un café delicioso.

Aún así no puedo negar que al cruzar la puerta no me falte algún abrazo que me haga sentir un poco en casa. Mecerme en la sensación de que ahí estaré segura, de que tengo un lugar donde descansar y sembrar alguna maceta. E insisto, hace mucho que no me va tan rematadamente bien, pero algo echo en falta.




"Voy a quedarme aquí todo el tiempo que haga falta, estoy esperando la casualidad de mi vida, la más grande. Y eso que las he tenido de muchas clases. Sí, podría contar mi vida uniendo casualidades"