A principios de 1386 en plena expansión del dogma católico en Falaise, Francia, una bonita cerda tuvo la excelente idea de comerse a un chiquillo. La sola idea hoy por hoy me resulta repugnante, imaginar a una rechoncha cerdita morro chato masticando una pierna o un brazo de niño toda manchada de sangre. Es repugnante.
Nuestra cerda, a la que voy a llamar Falaise por ser la ciudad en la que se dió el festín, fue pocos días después llevada a juicio con abogado de oficio, me pregunto cómo prepararían la sesión.
La historia sería mucho más interesante si se hubiese hecho un jurado popular con animales de granja (teatro). Aunque no fue así, tuvo un juicio totalmente humano con juez, abogado, fiscal y tribunal bípedo. La pobre Miss Falaise fue condenada a pena capital.
La decapitación tuvo lugar en la plaza mayor, con la misma guillotina con la que se ajusticiaba a los ladrones. Y por ordenanza municipal los granjeros estuvieron obligados a llevar a sus cerdos al espectáculo para que absolutamente todos aprendieran la lección.
Qué absurdo.
Nuestra cerda, a la que voy a llamar Falaise por ser la ciudad en la que se dió el festín, fue pocos días después llevada a juicio con abogado de oficio, me pregunto cómo prepararían la sesión.
La historia sería mucho más interesante si se hubiese hecho un jurado popular con animales de granja (teatro). Aunque no fue así, tuvo un juicio totalmente humano con juez, abogado, fiscal y tribunal bípedo. La pobre Miss Falaise fue condenada a pena capital.
La decapitación tuvo lugar en la plaza mayor, con la misma guillotina con la que se ajusticiaba a los ladrones. Y por ordenanza municipal los granjeros estuvieron obligados a llevar a sus cerdos al espectáculo para que absolutamente todos aprendieran la lección.
Qué absurdo.
