domingo, 31 de enero de 2010

Cómo contar los días

"Mira qué bonito Mamá"

Creo que era algo así como una caja metálica con flores en un escaparate lleno de colores.

"¿Quieres que te lo compre?"

...
...

"¿Te gusta? Pues te lo compro, vamos a entrar"

"No, Mamá esque no sé donde voy a vivir el año que viene y no sé qué me voy a poder llevar conmigo"

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Me gustaría hacer algunas cosas, más bien deshacerme de algunas cosas. Ropas, apuntes, miles de zapatos, miles de bolsos, de algunas sensaciones, rescatar otras.
Tengo seis meses para llevar mis cosas a un cuarto que ya no tengo.
También para hacer unas cuantas llamadas de las que dejas para dentro de un par de años.
En algún momento tenía que marcar mi propio punto y seguido.

viernes, 22 de enero de 2010

Sueño que...

Decepción


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Un día me iré en un barco que vaya al antártida.

Contaré escaramujos y los días que pasaron desde que me fui.
Escucharé el silencio del hielo y las noticias por la radio.

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miércoles, 13 de enero de 2010

El ojo que te mira.

Bajo la puerta hay un pequeña rendija por la que entra un poco de luz de colores brillantes, el que más se ve el ocre, luego berenjena, verde campo y rojo vida. Para entrar sólo hay que hacer un click. Hoy ya todo se hace con un click.

Cada uno mezcla los colores en cu casa como quiere con lo cual hay lugares de ensueño que despiertan sonrisas inocentes y otros en los que la tristeza te come por los pies. A mi me gustan los que hacen las madres para los hijos a los que ya no mima escribiendo mil pucheros de los que alimentan el alma. También los de las personas dulces que toman con cuidado los colores y te animan a ver la parte romántica de tu vida.

El problema está en quién lee lo que escribes. Con un click quizás he llegado a un destino al que yo no quería entrar. Un espacio que dice más del autor de lo que él propio cree, que habla de soledad, de refugiarse en otras vidas y nunca vivir la propia.


El mundo es un lugar precioso, no seas tan antropocéntrico.

Imagen satélite de la estructura de Richat (Ojo del Sáhara).

lunes, 4 de enero de 2010

Historia de un electrón.

                           Ésta es la historia de cómo un electrón feo y peludo creo el mundo.Será dificil de entender porque el electrón que creó el mundo era un ser disperso, inquieto y bastante vago.


                          Al princio de los tiempos no había nada, así empiezan todas las historias de génesis. Pero es mentira, al principio de todo había un electrón tumbado en una hamaca. Nunca supimos de dónde colgaba la hamaca porque el universo es infinito. Según unos dijeron más tarde, colgaba de los bigotes de Dios, otros dijeron que Dios era  mujer así que no podía tener bigote. En cualquier caso, a Dios no se le ha vuelto a ver el pelo, nunca mejor dicho, desde entonces así que sólo diremos que nuestro electron se columpiaba distraidamente de una hamaca suspendida en el propio pensamiento del electron.

                          Ser el primer electrón del universo tiene muchas ventajas, para empezar puedes imaginar y crear lo que quieras, al fin y al cabo no hay que te diga "eh!, tú no puedes hacer eso. Los electrones no pueden... cocinar patatas" por ejemplo. Así que nuestro electrón inventaba y creaba todo lo que quería, pero todo lo que creaba era muy negativo con lo cual le repelía bastante ya que él es muy optimista (el primer y último electrón de pensamiento positivo de la historia).

                             Un día creó uno de esos bólidos de carreras tan bonitos de principios de siglo y se dió una carrera por el espacio a toda velocidad... BRRRRRRR  BRRRRRRR   El viento le daba el cara y el flequillo tiraba hacia atrás, qué sensación tan emocionante! nunca había experimentado nda igual!!! BRRRRRRRRR  BRRRRRR .. nadie nunca había ido tan ráaaaaapido... El cuentakilómetros marcaba 0Km/h... A él no le importaba que no existiera el espacio ni el tiempo, ni los necesitaba para saber que él, Electrón con Rayita Negativa, era el más rápido del universo!!! BRRRRRR    FLOPPP!! desapareció el automóvil!!  Claro, normal sin estructura molecular sólida donde pretendía llegar. Todo lo que creaba se desacía con asombrosa rapidez!!

                          Eso sí, el tortazo de que desapareciera el automóvil se lo llevó, porque la inercia existía desde siempre y fue a dar de morros contra el suelo. Menos mal que a mitad de camino encontró su hamaca, se quedó como mosca en telaraña, porque si no hubiese estado cayendo infinitamene y aquí habría acabado la historia. O hubiese empezado otra, eso nunca se sabe.

domingo, 3 de enero de 2010

Mantas de invierno II

                Durante muchos años, puede que fueran tres, casi semanalmente mis pesadillas se alineaban con mis sueños para reproducir una maldita conversación que nunca tuve. Tardó cinco años en llegar.


                 Parece que alguna parte de mí aprendió a controlar el consciente porque las conversaciones nocturnas con personajes soñados se repiten cada vez que me niego a hacer algo que estoy deseando empezar.


                 Hacía ya dos años que no me sentía acosada por mis propias inquietudes y de repente tienes que venir tú a mi cama cada noche a llamarme al hombro:

                                                          Vaya, tú otra vez aquí. Es el
                                                           tercer día que sueño
                                                           contigo.
                     (Mi sueño me sonríe)
                    Tú sabes por qué es eso, no?
                                                         Claro que lo sé.
                                                         (Yo voy de sobrada
                                                          hasta soñando).
                   ¿Entonces a qué esperas?                                                           
                                                         Mmm...Creo que ya está hecho.
                                                         Ya no me quedan excusas.
                   Lo sé, ¿A qué esperas?
                                                      Abrázame que tengo sueño
                                                      y estoy demasiado cansada
                                                      para hablar de eso.


            Y me mira con esa cara de TBC que me hace sentir superpequeña, pero en el fondo me encanta porque en realidad me encanta que me vacilen y jugar a jugar.  Y ahí se acaba el sueño, lo último que recuerdo es la sonrisa discreta del que sabe que ha ganado. Pero no recuerdo si era mi sonrisa o la de mi sueño.