lunes, 23 de febrero de 2009

Escribo, borro, guardo y una de cada diez publico.


A veces escribir en este blog es más difícil que parir un hijo, y eso que nunca he dado a luz.
Tengo una idea en la cabeza que no para de dar vueltas. Pulso nueva entrada, y en vez salir de manera fluida como pasaba antes, se sujeta a la duramadre como si tuviera ventosas. Nodeo la cabeza para ver si la idea se escurre por la oreja y consigo atraparla en el teclado pero nada.

Parezco un basset-hound mirando el pantallazo blanco.

Pienso, ¿Qué era lo que quería yo escribir?

Hablar de mis sentimientos nunca me resultó muy cómodo, hablar de lo que he hecho tampoco, ¿Entonces para qué tengo este blog?

Supongo que para tener un control temporal de por dónde pasean mis ideas.
Porque hay un punto de inflexión en esos minutos delante de la pantalla blanca en los que dejo de pensar en qué escribir y escribo, eso sí sólo con la mano derecha que la izquierda la necesito para apoyar la cabeza. No importa que luego lo borre, ni que tenga más entradas en la carpeta de borradores que publicadas.

1 comentario:

  1. Joer, es que traducir todo lo que pasa por esa cabecita que tanto quiero no tiene que ser nada fácil... y cambiando de idea cada dos minutos aún peor! :p

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