Olvido

La madre de mi madre se llamaba María. Quedó huérfana en la guerra por nacer en una familia del bando que ganó menos, e ingresó en un convento de monjas salmantinas.
Cuando el hambre empezó a apretar demasiado tuvo que venir a Sevilla, y aquí trabajaba como maestra de señoritos y costutera.
El padre de mi madre se llamaba niidea. Era gitano, aunque mi abuela se empeñara en negarlo. Se dedicó a hacer tornillos a mano. Tuvo tres hijos con mi abuela. Después de nacer el tercero la matrona lo obligó a casarse con ella. Aunque eso no frenó sus hábitos pendencieros. Vivió y murió en Triana, en cuanto falleció su marido mi abuela se llevó a sus hijos a vivir a cualquier otro lugar.


El padre de mi padre por tener tenía hasta título nobiliario, fundó una empresa con el trabajo de sus nueve hijos y el esfuerzo de su mujer, Dolores. El Marqués de Orellana era famoso por la mala ostia q se gastaba. En mi casa lo era por querer mandar a mi madre a fusilar. No sé mucho más de él.

Mi madre nació tan débil que no la incribieron en el código civil hasta tres meses después, total si se va a morir para qué va a ir hasta Sevilla a inscribirla. (Desde Triana, se entiende). Ese es uno de los motivos por el que mi madre nació en tres fechas distintas.

Mi padre fue el pequeño de ocho hermanos varones y una hermana que aprendieron a sobrevivir a costa de ser el más fuerte. También tuvo la salud bastante débil, y unas orejas monumentales que gracias a Dios nadie nunca más ha heredado.

Mi padre era un hippie con pantalones de campana y pelo largo. Mi madre era la misma persona esperpéntica capaz de dejarte la boca abierta a cada segundo que es ahora.
Se conocieron hace ya demasiados años en una clase de tae kwon do. Mi madre se fijó en él porque fue a la primera persona que ganaó en su vida, creo que también fue la última. La gente no se deja ganar facilmente.

Unos años después se casarón, nació mi hermana, tuvieron infinitos perros, vivieron en una furgoneta azul playa y criaron a mi hermana como si fuera Mogwli los fines de semana mientras mi abuela le aplicaba una displina ejemplar de lunes a viernes.

Basicamente de ahí, de un poco más atrás y más adelante. De los personajes planos, redondos, cóncavos y convexos que no da tiempo a nombrar salí yo.

Pensar en las secuoyas me ha hecho pensar en mis raices y mis raices en mis contradicciones. Entender porqué sucedió cada cosa en los momentos que debían suceder, o no sucedieron, y cómo ha trascendido eso a mi madre acupuntora, mi hermana pobre con vocación de pija, mi padre disperso, a mi sentada frente a este ordenador de préstamo y los que vendrán después.