
Durante un montón de años de mi vida he hecho un verdadero esfuerzo por creer en la existencia de algún Dios, me preocupé por conocer las cinco religiones mayoritarias y las creencias de algunas culturas desfavorecidas. Hasta fui durante un tiempo a grupos de fe (¡Todos sabemos lo que salió de aquello, mejor no recordarlo!).
Mi abuela fue monja me llevaba a misa y catequesis, aún así suspendía religión en el cole de curas, creo que es porque nunca encontré a Dios por ningun lado.
La semana pasada asistí a una eucaristía y en vez de quedarme en la puerta entré al oficio.
Creo que nunca había visto un grupo de personas sintiendo tanta fé como aquellas. Sentían algo que yo nunca voy a tener (y menos a estas alturas cuando ya ni siquiera creo que Dios exista): La tranquilidad de que todo sucede respondiendo a un orden superior. Mi madre dice que sus pacientes creyentes cuando se enfrentan a una enfernedad dura lo hacen con más entereza que los ateos, pero no sé si me lo dice para convencerme, porque yo no creo que sea cierto.
En ese momento admiré más a esas personas que sienten a Dios y hasta me dieron ganas de reemprender esa búsqueda. Luego vuelvo a mi casa y en realidad sé que desde hace mucho yo sólo creo en las personas (por suerte no en todas) y en las configuraciones atómicas (tampoco siempre).
Si el Señor es mi pastor nada me falta...